Bolívar visita la ciudad de Pablo Escobar

Foto: Domenech / La Nacion
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Los barrios postergados de Medellín eran un territorio fértil para Escobar en los tiempos en los que aún pretendía mostrar su máscara de hombre respetable. Allí llegó a edificar, sobre las cenizas de un incendio devastador, un barrio entero que tuvo y tiene dos nombres: Medellín sin Tugurios se bautizó al nacer, pero todos lo comenzaron a llamar luego por el nombre de su fundador, Pablo Escobar. El Patrón tenía un modo de seducir en los rincones rezagados: construía campos de fútbol que parecían propios del ámbito profesional. Hizo más de cincuenta. De allí también se podían reclutar sicarios.

Pero el principal vínculo de Escobar con el fútbol se dio a través de su intervención en los dos equipos de su ciudad: el Deportivo Independiente de Medellín y el Atlético Nacional.

La rivalidad entre los dos grandes carteles de la droga -Medellín y Cali- se trasladó al fútbol. Pablo Escobar quería que el Atlético Nacional fuera motivo de orgullo para el pueblo paisa. En 1988, su socio Gonzalo Rodríguez Gacha, el Mexicano, había celebrado a todo lujo y orquesta la consagración del Millonarios. Atlético -que no salía campeón desde 1981, tiempos de Osvaldo Zubeldía como entrenador- fue el subcampeón y también accedió a la Libertadores. El año siguiente fue un síntoma de la sociedad y del fútbol colombianos: la tragedia y la gloria; la violencia y el festejo.

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Las mafias del narcoterrorismo y de las apuestas fueron a fondo en 1988 con el anticipo de lo que vendría. En noviembre secuestraron al árbitro Armando Pérez. Le comentaron -por si no sabía- el significado de la ley primera de los carteles: “plata o plomo”. Es decir: o acepta el dinero o muerte. Le dijeron que iban en representación de seis clubes. Justo un año después, tras un encuentro entre el Independiente de Medellín y América de Cali fue asesinado por sicarios el árbitro Alvaro Ortega. Según contó El Popeye ese crimen nació de una orden de Pablo Escobar. Estaba disconforme; entendía que el juez lo había favorecido al equipo caleño. Por primera vez en la historia de la Liga de Colombia, se suspendió la competencia. No hubo campeón. Pero sí un dato que cuenta aquellos días bravos: entre los seis equipos que a esa altura permanecían con posibilidades, estaban los cuatro que regenteaban los principales narcos del país, los dos de Medellín, Millonarios y América.

En ese 1989 de tantos dolores y tantos vértigos, el Atlético Nacional consiguió lo que ningún otro equipo colombiano hasta entonces: ganar la Copa Libertadores. En el ámbito narco la lectura era otra: el deseo que tenían los Rodríguez Orejuela lo cumplió Pablo Escobar. Dirigido por Francisco Maturana, con René Higuita, Andrés Escobar y El Palomo Usuriaga entre sus figuras, se armó para ser campeón. Y jugaba como tal frecuentemente. Sin embargo, sostienen -rivales, periodistas, allegados- que también contaron con cierta complicidad arbitral, cuanto menos ocasionalmente. Al año siguiente, también por la Libertadores, el ábitro uruguayo Daniel Cardellino presentó un informe ante la Confederación Sudamericana en el que confesó recibir amenazas de muerte y una oferta de dinero (20.000 dólares) para favorecer a Atlético Nacional ante Vasco da Gama. El partido en Medellín lo ganó 2-0 el local y fue anulado. Se volvió a disputar en Santiago de Chile y el equipo colombiano, que jugaba muy bien más allá del contexto, volvió a imponerse, pero 1-0, y pasó a las semifinales. A consecuencia de ese episodio el fútbol colombiano fue sancionado: sus equipos no pudieron disputar competiciones internacionales en condición de local hasta 1992.

Así fue como en los años ochenta y principios de los noventa el narcotráfico puso sus pesadas manos en el fútbol. Hubo arreglo de partidos, amenazas, el crimen de un árbitro, secuestros y muchísimo dinero. También competencia entre los Carteles de Cali y de Medellín. Y la estela de esta violencia terminó con el asesinato de Andrés Escobar tras el mundial de 1994.

Fragmentos de El fútbol en los tiempos de Pablo Escobar, publicado por Planeta Redondo en Clarin.com.ar

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