RIO DE JANEIRO. La primera medalla de oro para Brasil llegó este lunes, Rafaela Silva con menos de 57 kilogramos logró el gran paso y la primera medalla para el país anfitrión de los juegos y la 20 en la historia del Judo para su país. La emoción se apoderó de ella y de un país que está acostumbrado a festejar cosas grandes, y el logro de Silva lo es.
Silva terminó la prueba y de rodillas mirando el cielo, pasaron los flashes de su dura vida. El Judo fue para la campeona olímpica una salvación, ella lo aprendió para poder sobrevivir en una de las favelas más duras del mundo.
Ella tenía ocho años cuando se abrió el Body Planet, un ginmasio en su calle, donde ella preguntó por un deporte que la ayudará a caminar segura por las calles, el judo fue la elección. Fue entonces que el Instituto Reaçao (un proyecto que trabaja el judo con centenares de niños sacados de la exclusión) se fijó en ella, una competidora con hambre y con ganas de superarse, pero el hambre era mucha. Tras su primer día de práctica terminó mareada por su precaria alimentación.
“Nací en una comunidad que no me permitía plantearme muchos objetivos en la vida. Soy de Ciudad de Dios. Pero hoy les digo a todos los niños tienen que saber que el hecho de que salgamos de una favela no significa que no podamos crecer.”, dijo al salir de la arena y pasar por la zona mixta llena de periodistas locales.
Silva, de 24 años, derrotó a la actual campeona del mundo, Sumiya Dorjsuren. La brasileña ya había ganado el título mundial en 2013, convirtiéndose en la primera de su nacionalidad en hacerlo. Pero llevaba tres años sin grandes triunfos en el plano internacional.
