MOSCÚ. Rusia se quedó fuera de la Copa del Mundo, no hay vuelta atrás, el Mundial del que nos hizo parte su gente terminó con una fiesta, cómo debería ser siempre, sin dramas externos, sin dramas mayores, sin incidentes, sin hablar de tristeza; Con la pena de no haber podido ganar, de haber estado cerca, pero con la muestra de que al fútbol se lo vive igual en todas partes del mundo donde hay pasión.
Es cierto que mucha gente por las calles comenta que el fútbol no es el deporte número uno en Rusia, acá lo que mueve mucho más que cualquier deporte en general, es la cultura; El teatro y tantas otras actividades fuertes como la música, el cine, o simple hecho de la lectura, son el principal óseo ciudadano. Y sí, notando en el día a día en los barrios alejados al centro, es así. Pero también es cierto que el campañón de sus selección, y el tener al mundo entero en su casa, ha tenido en Rusia 2018 un antes y un después con su gente y la relación con el equipo nacional.
Afloraron sensaciones de nacionalismo sano, sensaciones futboleras. Ahora y desde hace algún tiempo, uno ve en colectivos, tranvías -que no son parte del transporte dentro del circuito turístico- gente con su camiseta, con la cara pintada, con banderas, con los colores rusos, algo que era impensado hace sólo cinco semanas. Es más por Koptevo, una zona alejadísima de la locura del centro de la ciudad, no había un alma a la hora de los penales, se paralizó Moscú al mero estilo de Buenos Aires cuando juega Argentina.
Es cierto que hay una falta de cultura futbolera, tan propia de nosotros los Latinos. Quizás la mayoría no sabe quiénes son los once, o no importa ver el partido con delay en un celular, y enterarse minutos antes que hubo un gol, pero Rusia 2018 le demostró a su propia gente que son un país futbolero, es que el fútbol logra este tipo de cosas incluso ante sociedades tan cultas, tan llenas de letras y arte, el fútbol también puede hacerles salir el alma en un grito de gol a ellos, cómo nos comentó algun moscovita en plena Plaza Roja:
“A mi no me gusta el fútbol, no le entiendo, pero ver tanta gente y cultura distinta en las calles de Moscú al salir de la oficina fue una sensación muy linda, están todos tan emocionados por sus equipos y partidos, que me llamó la atención y ya vi cinco partidos. Si me emocioné cuando Rusia le ganó a España, estaba feliz. Aunque aún no entiendo mucho, pero me parece divertido”.
