El momento que le rompió el libreto a La Verde

A la hora de conseguir grandes hazañas en el fútbol, hay ciertas pautas que, casi siempre, se deben seguir al pie de la letra. Bastante básicas, por cierto. Correr más (o, en su caso, mejor) que el rival, no desordenarse, defenderse con la pelota, etc. Todos las conocen. En Brasil, se cumplieron cincuenta partidos (de Eliminatorias) en los que, de alguna u otra manera, todas las Selecciones de Sudamérica fracasaron en su intento de robarle una victoria al anfitrión haciendo uso de esos principios, y no es casualidad: por algo es la Selección más laureada de la historia.
Foto: Nelson Almeida / Getty
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A la hora de conseguir grandes hazañas en el fútbol, hay ciertas pautas que, casi siempre, se deben seguir al pie de la letra. Bastante básicas, por cierto. Correr más (o mejor) que el rival, no desordenarse, defenderse con la pelota, etc. Todos las conocen. En Brasil, se cumplieron cincuenta partidos (de Eliminatorias) en los que, de esa u otras maneras, todas las selecciones de Sudamérica fracasaron en su intento de robarle una victoria al anfitrión haciendo uso de esos principios, y no es casualidad: por algo es la selección más laureada de la historia.

En el último de esos partidos, para empezar, soñar con una victoria parecía demasiado ambicioso para Bolivia, pero ¿lo era? Se han visto incontables casos en los que, siguiendo las ya mencionadas pautas, y con una cuota de suerte, equipos modestos han dado batacazos. ¿En este caso? Digamos que conseguir un empate era el objetivo general. ¿Se podía? Sí. La Verde ya lo consiguió dos veces, y a la gente no le parecía una locura, más aún después de su anterior partido, en el que le sacó un punto al bicampeón de América.

Entonces, queda claro: Bolivia salió al campo del Arena das Dunas con la idea de resguardar el arco de Carlos Lampe y, en una de esas, sorprender en ataque. Y comenzó bien. Nadie puede negar que, durante los primeros minutos, el equipo se defendió con mucho aplomo, asfixió a las estrellas brasileñas y las mantuvo alejadas del área. Pero un error alcanzó para quemar el libreto de Hoyos: paradójicamente, uno de los hombres con más categoría en la historia de nuestro fútbol se enredó tratando de salir jugando con los pies (y para empeorar la situación, el que quedó cara a cara con Lampe era uno de los mejores jugadores del planeta). 1-0 abajo.

En ese momento, toda esperanza se derrumbó. Porque, a la hora de buscar grandes hazañas, empezar abajo antes de los quince minutos es una de las peores cosas que te puede pasar. Después de esa infortunada jugada, a pesar del corazón de los hombres de Hoyos, y su notable despliegue físico, la suerte estaba echada.

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