Los matices de un Wilstermann revitalizado

La goleada sobre Peñarol es, además de una importante inyección anímica, una muestra de lo importante que es tener líderes en todas las líneas de la cancha.
Foto: Conmebol
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La goleada sobre Peñarol es, además de una importante inyección anímica, una muestra de lo importante que es tener líderes en todas las líneas de la cancha.

Para Mosquera, que llegaba muy cuestionado al partido, significa también mucha tranquilidad para seguir trabajando; ahora con más respaldo de su hinchada.

Y más allá de lo evidente (para todos los equipos es una motivación extra jugar torneos internacionales), la levantada futbolística del equipo es digna de valorar.

Hubo puntos altos y bajos en todos los sectores, pero los buenos rendimientos individuales y el sacrificio colectivo opacaron ampliamente las falencias técnicas y hasta físicas.

Donde el brasileño Da Silva no estaba teniendo un buen partido, apareció Zenteno para levantarlo con su voz de mando. Tampoco fue la mejor noche de Morales, pero Aponte lo compensó proyectándose constantemente por la otra banda (y los volantes le dieron una mano importante al lateral derecho). Y qué decir de los hombres de ataque, que mostraron cosas muy interesantes ante una defensa, hay que decirlo, bastante endeble.

Todo esto y más fue importante para que el equipo Rojo, que había empezado el segundo tiempo bajo mucha presión, se levante y le propine una paliza histórica a uno de los más campeones de la Copa; tomándose, quizá, revancha de su primer partido en el certamen, casi 60 años (y 98 partidos) después.

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