No es vivir de recordar, sino que sirva de puente

Eran otros tiempos, Bolivia en 1994 era la sensación de Sudamérica, junto a Colombia, llegaron al Mundial de Estados Unidos con una impronta que nadie esperaba, un nombre propio, y un juego que prometía dar espectáculo en la Copa del Mundo de ese año.
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BOSTON. Eran otros tiempos, Bolivia en 1994 era la sensación de Sudamérica, junto a Colombia, llegaron al Mundial de Estados Unidos con una impronta que nadie esperaba, un nombre propio, y un juego que prometía dar espectáculo en la Copa del Mundo de ese año.

El Foxboro Stadium estaba construido casi en medio de la nada, tenía capacidad para 53600 espectadores, la Selección ya había perdido definitivamente a su gran estrella, Marco Antonio Etcheverry, había pasado de perder el pánico escénico y con Alemania en un 1-0 “digno”, y ya jugaba el partido clave para el sueño de seguir con vida en un grupo complicado donde estaban Corea y España.

Aún era de día cuando inició aquel partido, la tarde/noche de Masachussets en pleno verano, como hoy, tenía al rededor de 18 grados, viento fuerte. Pero eran otros tiempos, el estadio estaba repleto, jugaban Bolivia y Corea del Sur. Julio César Baldivieso llevaba la 22 en la espalda y fue el jugador más importante para La Verde esa jornada, tuvo varias chances de gol, las más claras: una de cabeza en el primer tiempo y otra tras una gran pared con Vladimir Soria en el segundo que terminó yendo por arriba del arco del conocido Choi In-Young.

Bolivia empató 0-0, la historia cuenta que ese fue el día más emocionante de muchos en esa generación, ese día soñamos con ganar nuestro primer partido de una Copa del Mundo. No se pudo, pero se peleó, se dejó el alma. Eran otros tiempos.

El estadio 22 años después, tiene capacidad para 15 mil personas más, tiene palcos de lujo, está rodeado de una zona residencial, tiene un complejo deportivo que incluye un mall en las afueras. Sigue estando en Foxborough, pero ahora se llama Gillette Stadium, acá se juega al fútbol -soccer y americano- en cada temporada, los Patriots, comparten con los con el New England Revolution el suelo desde 1996. Ese escenario es quizás uno de los más fieles legados de aquella Copa del Mundo, la MLS se consolidó y no se movió de Massachusetts. Cumplió un objetivo noble con el fútbol.

Bolivia vuelve a jugar ahí, con otros nombres, con otra expectativa, no habrán tribunas colmadas, en este 2016, el fútbol y la Copa América no llegaron a Estados Unidos para promover al deporte rey, la marca está establecida, ahora lo importante es recaudar la mayor cantidad de dinero posible, explotar al talento y figuras de Sudamérica para placer de la US Soccer, dolida por haber quedado sin Copa del Mundo.

Julio César Baldivieso, recordó ese partido, dijo ser un afortunado de haber estado ahí, ahora el turno es de sus dirigidos, ellos deberán usar el suelo de Foxborough para cambiar nuestra historia. Que sean nuevos tiempos.

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