Bolivia se la hizo fácil a un rival de ribetes menores

Desde el primer minuto, la Selección pareció indicarle los caminos a una Venezuela que se notaba incrédula en el campo de juego. Seguramente nunca en su historia habían ganado un partido con tanta facilidad.
Foto: Getty Images
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Este jueves, Bolivia respondió una de las interrogantes más grandes del fútbol moderno: se puede golear sin jugar bien. ¿A alguien le queda alguna duda?

Desde el primer minuto, la Selección pareció indicarle los caminos a una Venezuela que se notaba incrédula en el campo de juego. Seguramente nunca en su historia habían ganado un partido con tanta facilidad.

Revisando todos los goles venezolanos, como pocas veces pasa, se puede encontrar el origen en carencias técnicas de parte del conjunto nacional. ¡Cosas elementales!

1-0: Más allá de la espantosa (y absolutamente innecesaria) salida de Lampe, es evidente la falla en el retroceso de Marvin Bejarano y la deficiencia en el juego aéreo de Edemir Rodríguez.

2-0: La pesadilla defensiva continúa. Marvin Bejarano –que ni siquiera salta– pierde la marca de Josef Martínez (un jugador que no llega ni a 1,70 de estatura) a la salida de un córner y volvemos a sacar del medio.

3-0: Otro córner. Raldes suelta a Vizcarrondo, que exige a Lampe –pobre Lampe– con un buen cabezazo, y nadie va al rebote. Rodríguez, estático.

4-0: Tercer gol de Martínez. Raldes sale tarde y habilita a todos, Zenteno se deja ganar las espaldas y Lampe vuelve a salir en falso.

5-0: Quizá el peor de todos. John Murillo llegó hasta el fondo superando únicamente la livianísima marca de Zenteno (¿dónde estás, Bejarano?), tiró el centro atrás y todos, incluido Lampe, se quedaron mirando el balón –pensando que se perdería por la línea de meta– hasta que llegó a Otero.

Suficiente para sellar el peor partido de Bolivia en el año, contra un rival que se llevó mucho haciendo poco: sólo tuvo cinco remates directos en todo el partido. De terror.

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Uno de los jugadores que siempre ha expresado e irradiado positividad y amor a Bolivia, es el sueco boliviano Martin Smedberg, quien realiza un largo viaje desde Suecia para atender todas las convocatorias de la Selección nacional y aunque le cuesta un poco adaptarse a la altura siempre intenta ganarse un puesto en el once titular para defender la tricolor. Llegó el viernes en la madrugada, tuvo su primera práctica en horario vespertino, no realizó trabajo diferenciado y por el contrario cumplió con los 45 minutos de fútbol que dispuso el entrenador Julio Cesar Baldivieso.