Llegó a Cochabamba y su equipo era uno de los mejores armados en el país. Con una base de jugadores importantes, sin embargo igual se vio la mano del técnico.
En su primer partido apareció Ramiro Ballivián por la derecha, pero no como un lateral, fue el extremo derecho que eligió Díaz. El yungueño respondió con goles, hizo seis en el semestre y es la marca más importante en toda su carrera.
Pero no fue la única decisión del DT. Tuvo mucho problemas por el lateral derecho, allá probó con varios nombres, incluso con Fernando Saucedo y le dio resultado. Luego eligió a Pablo Laredo, y también funcionó bien.
En el medio, un sector del equipo que funcionaba casi de memoria, también cambió, Leonel Justiniano se ganó un puesto, y cuando tuvo que rotar se la jugó por Tonino Melgar, Moises Villarroel y el siempre eficiente Jorge Ortiz. Todos les respondieron bien. Incluso se animó a probar a Victor Hugo Melgar como extremo y también le funcionó.
En defensa le devolvió la titularidad a Edward Zenteno y a su lado puso a Ismael Benegas, fue la zona con menos rotación, junto al ataque al que le confió casi en exclusividad a Gilbert Álvarez. Al igual que las demás líneas, todos le respondieron la confianza con buen rendimiento.
“Tienen que poner orden, tienen que organizarse, pensar en el colectivo para no tener este disparate de final de campeonato que hubo. Wilster fue el mejor, el que más ganó, el que menos perdió, no le ganamos al Tigre porque no nos dejaron”, dijo en algunas declaraciones tras el título, fue uno de los más críticos del desorden que hay en la Federación Boliviana de Fútbol.
