Los cambios de directivos en las entidades rectoras del fútbol boliviano, han originado con frecuencia motivos para alentar posibilidades de un futuro más halagüeño, pero siempre han sido promesas incumplidas.
El aficionado, que es el sostenedor de esta disciplina, se siente por eso mismo escéptico en cuanto a nuevos planes y proyectos.
La experiencia de muchos años en esta profesión de comunicadores, origina las mismas dudas en muchos de nosotros.
Sin embargo y a riesgo de volver a formar parte del equipo de incautos, tengo la impresión de que el año que viene puede ofrecer algunas variantes en cuanto a la labor directiva, encaminada a ese cambio que estamos aguardando y reclamando hace mucho tiempo.
Los nuevos dirigentes de la Liga Profesional de Fútbol por ejemplo, han dado pautas en las últimas semanas, sobre planes para buscar nuevos horizontes para las inferiores o semilleros del fútbol, que han estado salvo raras excepciones, en permanente olvido. Al mismo tiempo, el nuevo seleccionador de la Sub-20 adelanta tener programados cuatro partidos de preparación en el exterior antes de encarar el torneo sudamericano.
Son, como puede advertirse, noticias alentadoras en un mar de permanente desolación donde hemos navegado en las últimas décadas.
Visión de futuro, el algo de lo que han carecido los directivos hasta ahora, fundamentalmente porque han permanecido fieles a la política de vivir solo el presente, incluso comprometiendo el patrimonio de sus entidades hacia el futuro y dejando problemas económicos para que otros carguen con la responsabilidad de solucionarlos.
También en ese terreno hay una base para tratar de obligar a los directivos de los clubes profesionales a cumplir los compromisos contraídos antes de dejar funciones. Y aunque parece muy difícil que esto sea aprobado en Consejo Superior, por lo menos se habla del tema y aunque sea a mediano plazo puede tener repercusiones favorables. Esperemos que así sea.
