[Balance del fútbol] Menos tenemos, menos queremos

[Balance del fútbol nuestro en 2013] Menos tenemos, menos queremos, Boris Miranda analiza el año que nos dejó en

Seguro que la mayoría de los bolivianos no depositaban grandes esperanzas en este 2013 gris para el fútbol nacional. Digamos que, en el mejor de los casos, uno de cada 10 creía que en este cierre de año estaríamos celebrando el pasaje al mundial que nos quedó tan lejos. La mayoría, a la que le interesaba un poco al menos, se quedaba conforme con no terminar en el último lugar.

Todo se terminó, yo creo, en ese partido que no le pudimos ganar a Argentina. La foto de Marcelo Martins desconsolado y sin fuerzas para llegar al vestuario es imagen elocuente de un fútbol que no puede ser, que tiene demasiados obstáculos que hacen imposible que se pueda lograr alguna cosa sólo con las ganas. Otra foto, aún más triste, queda de esa tarde. Mientras nos íbamos de la cancha masticando el sinsabor del empate, un inoportuno Evo Morales condecoraba al ídolo de los otros. Messi apenas esbozó una sonrisa, se sacó el poncho, le dio la espalda al Presidente y se devolvió con los suyos.

(Foto: La Razón)

En la Copa Libertadores no hay mucho que decir. Parece que cada año la brecha es más grande e insalvable. No importa que sean uruguayos, ecuatorianos, colombianos y hasta venezolanos; siempre son más rápidos, ordenados, altos, creativos y tienen más actitud que los nuestros. Así no hay caso con soñar en una victoria de visitante o alguna goleada en casa.

El fútbol local se ha vuelto un espejismo. El Tigre no deja de hablar de su tricampeonato de 2012, mientras que Bolívar presume “al mejor equipo” después de diez años. Ya van a ser cinco los campeonatos que los grandes paceños no dejan que la copa de la Liga visite otras regiones. ¿Son los jugadores, los entrenadores o la billetera de dos dirigentes cuyas posibilidades sobrepasan con creces a las de todos los demás clubes ligueros juntos?

Y si unos son tan tricampeones y otros tienen al “mejor equipo”, ¿por qué no nos regalan cuando menos el orgullo de llegar a la tercera fase? Porque sus rachas apenas son una entelequia que se desvanece en el momento que los jugadores hacen migración. Nuestros colosos ya no son tal cosa, mientras equipos ecuatorianos, colombianos, paraguayos y chilenos de a poco le quitan el espacio a los históricos del continente.

A estas alturas soñar con un club boliviano en la final de un torneo sudamericano suena tan descabellado como volver a un Mundial. En este año que nace se cumplirán 20 años de nuestra participación en Estados Unidos y una década de esa final en la Bombonera. Ahora aspiramos apenas a no quedar últimos de la eliminatoria y los más optimistas se conforman con pasar de la segunda ronda en copa Libertadores. Menos tenemos, menos queremos.

Los únicos que invitan a la ilusión son los muchachitos que aparecen y desaparecen de las alineaciones de Oriente Petrolero, Bolívar, Nacional Potosí y The Strongest. Ninguno con el talento y la formación de la generación dorada de la Tahuichi o con el panorama de los cochabambinos que debutaron en los 80, pero cuando menos esos chicos dejan patente que el fútbol todavía se juega en Bolivia. Un golazo por acá, un buen partido por allá. El talento, la elegancia y la picardía de los que recién empiezan se abren paso en medio de un torneo que sobrevalora a los extranjeros y a los nacionales de más de 30. Yo no sé nada al respecto, pero desde la grada parece que a algunos los hacen jugar para justificar sus elevados contratos.

Cada día tenemos más canchas de césped sintético y menos jugadores. Cada vez estamos más acostumbrados a mirar la tabla de la media para abajo. Ahora apostamos a no quedar últimos y nos burlamos del que se anima con decir la palabra “campeón”. 2013 no es más que la continuación de tantos otros años grises en los que cada vez tenemos menos y, obvio, cada vez queremos menos.

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