Día 14: El fútbol y sus lecciones de vida

Ellos prefirieron callarnos la boca con un grito de gol interminable, vieron el vaso medio lleno.
Foto: @btoae / Late!
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NIZNHY NOVGOROD. ¿Cuánto vale un gol que sólo descuenta un seis a uno en un Mundial? Pregúntele a Panamá, que sigue festejando el tanto de Felipe Baloy, muy a pesar de que se terminó el sueño mundialista, muy a pesar que fueron goleados por Inglaterra, el fútbol nos regaló un momento mágico.

Este día fuimos testigos de dos hechos en Rusia 2018, con el olfato de que algo iba a pasar en Nizhny volvimos a esta sede para estar en el Inglaterra – Panamá, y aunque todos sabíamos que los segundos 45 minutos estaban casi de sobra, no imaginamos el final. Harry Kane con dos penales y un gol en el complemento, además del doblete de Stones, y el golazo de Lingard, le dieron el triunfo y la clasificación a octavos a su equipo.

Pero la fiesta Latina estalló cuando Felipe Baloy que ingresó desde el banco, anotó el único gol panameño hasta el momento en este Mundial, el jugador se soltó en llanto, no pudo contenerlo, el Bolillo Gómez sonreía y se mostraba orgulloso y feliz, y las tribunas ni les cuento, se gritó ese gol como si hubiera sido el de la remontada, incluso mis colegas -ruso y estadounidense- a cada lado del escritorio que compartimos, se pusieron de pie y aplaudieron el alma Panameña.

El resto es una historia ya contada en este Mundial, fiesta y alegría en español, los panameños se juntaron en los pasillos del estadio de Niznhy Novgorod y destaron la locura, una fiesta que ni los propios ingleses que golearon y clasificaron pudieron igualar, menos entender. Nosotros con la labor periodística que nos ameritaba nos acercamos, y preguntamos, ¿por qué festejan?, y nos respondieron, “es que Felipe Baloy acaba de pagarnos el viaje”, todo valió la pena para los centroamericanos, ese gol desató la rienda suelta a la alegría, atrás quedó la pena y la pesadez de la goleada, atrás quedó el sabor amargo de las dos derrotas.

Panamá jugó su primer mundial, y lejos de las críticas que hacíamos los periodistas por la poca propuesta/respuesta que tuvo el equipo, ellos prefirieron callarnos la boca con un grito de gol interminable, vieron el vaso medio lleno, sabiendo todas las limitaciones y distancias que existen con sus rivales, decidieron apoyar a su equipo y mostrar la otra cara, y sacar su alegría por el gol del honor, no cómo el final de su paso por Rusia, sino, como el inicio de mejores tiempos. Toda una lección de vida que hizo posible el fútbol en su estado más puro.

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