El arbitraje de Quintana terminó destruyendo el partido

Así de duro, es que el potosino Orlando Quintana estuvo en un partido nervioso, indeciso, complicado por él mismo. Se echó en contra a los dos equipos, a los dos entrenadores, a los dos capitanes, al público, hasta a sus compañeros contradiciendo algunas decisiones asumidas por ellos. Es cierto, estuvo acertado en sus decisiones, el penal del Tigre -pudo se cobrado, o no- el penal de Blooming, debía ser sancionado, y fue cobrado. El offside de Veizaga, pudo o no sancionarse, no se discute la decisión, se discute las formas.
Foto: Alejandro Alvarez / Marka Registrada
Foto: Alejandro Alvarez / Marka Registrada
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Así de duro, es que el potosino Orlando Quintana estuvo en un partido nervioso, indeciso, complicado por él mismo. Se echó en contra a los dos equipos, a los dos entrenadores, a los dos capitanes, al público, hasta a sus compañeros contradiciendo algunas decisiones asumidas por ellos.

Es cierto, estuvo acertado en sus decisiones, el penal del Tigre -pudo se cobrado, o no- el penal de Blooming, debía ser sancionado, y fue cobrado. El offside de Veizaga, pudo o no sancionarse, no se discute la decisión, se discute las formas.

En el primer penal sancionó y la gente de Blooming lo intimidó, se dejó desbordar por la visita. Ya con el 3-1 del Tigre, por que Leo Vaca abrió la cuenta, Matías Alonso de penal, Ramallo con un golazo y Chumacero habían anotado para el Tigre, invalidó a jugada preparada que era el cuarto gol de Raúl Castro, ahí se dejó increpar por el local, terminó el primer tiempo casi sin poder controlar a los dos equipos por su enojo contra él.

En el segundo tiempo, los jugadores ayudaron poco, se buscaron, calientes, enojados como estaban, boquearon, chocaron, se lesionaron. Quintana, sumó nerviosismo, cobró un penal, luego de no haberlo cobrado, luego de que el DT de Blooming tuviera que entrar a reclamar “sus derechos”, como dijo él mismo. Se dejó decir de todo, rectificó su error, pero sin decisión, se le fue el partido de las manos, ya todo era descontrol, Quintana veía el reloj porque el descuento de Bargas de penal con el 3-2 ponía más leña al fogón de partido que inició el juez, estaba notoriamente nervioso, quería terminar el juego, cobraba meta, en un corner, volvía para atrás, fuera de si, el juez complicó el partido, “extrañamente, esta vez fue al revés, el árbtiro complicó solito el partido, se lo veía nerviosos, cobraba cosas, iba para atrás, cosas que pasan, raro, pero se dio así”, dijo un reflexivo Pablo Escobar al final del partido, con una lectura exacta de lo que fue el arbitraje del potosino.

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