Foto:GloboSporte.com
Bolivia no tiene un orden definido, ni en la salida, ni a la hora de defender, y esto quedó demasiado expuesto ante un rival, rápido, ágil y con muchas ganas de acelerar constantemente.
El fútbol boliviano tiene un ritmo cansino, si tenemos la pelota, nuestros jugadores necesitan dos, tres toques al balón en su pie para encontrar una opción de pase viable, segura. Aún así entregamos mal, y no tenemos un plan de contingencia de coberturas o achiques ante este tipo de problemas.
La defensa quedó expuesta por los laterales, también en los centrales, aunque Raldes y Zenteno, a pesar de ser muy lentos, son jugadores con más experiencia, que Eguino y Gutiérrez que pecan de inocentes y hasta rústicos a momentos, sobre todo lo de Ronald Eguino a momentos es inaceptable.
Mojica y Meleán fueron una dupla de marca, sin marca, siempre desbordados y sin la ayuda de Campos o Andaveris por la bandas, se hizo un desorden nuestra verde. Esos dos minutos entre la pelota que regaló Mojica y mientras Thalles anotaba el tercer gol, mientras aún analizabamos el segundo de Luan, son una muestra de la falta de orden y control táctico de nuestra selección. Algo que va más allá del entrenador, un mal que adolecemos y uno de los principales síntomas es la falta de velocidad para jugar, la mente no responde ante rivales que proponen otro ritmo, esa velocidad a la que se juega al fútbol en casi todo el mundo, menos en Bolivia.
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