El partido que le devolvió el alma al Jefesito

Javier Mascherano, fue el gran soldado de Alejandro Sabella, ese que cuidó el equilibrio de su equipo.

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Foto:Fifa.com

Javier Mascherano, fue el gran soldado de Alejandro Sabella, ese que cuidó el equilibrio de su equipo en los momentos más complicados y ese que empujó a su selección en los momentos de más incertidumbre.

“El Jefecito” volvió, se puso otra vez la camiseta Argentina, mordía, no se cansaba recorrió la cancha de lado a lado, fue siempre el mejor de la albiceleste, mostrando el camino a sus compañeros, calmándolos cuando debía y apurando cuando no había más opción.

Cruces, cierres, barridas todo eso a lo que Mascherano nos tenía acostumbrados hace algunos años -antes que lo transformen en un gran central- todo eso, volvió en la batalla de Sao Paulo.

Suiza no fue un rival que decidió hacer las cosas fáciles, siempre que pudo fue al frente, y cuando no se metió lo hizo muy bien, y muy atrás, el punta de lanza de los ataques de Argentina era él, Mascherano, que jugó gran parte del segundo tiempo en el medio campo del equipo rival, empujando. Pero Suiza salía de contragolpe y rápido, hasta cuando se equivocó Fernández en el fondo, el que recorrió el trayecto justo para llegar al piso y volver a tener la pelota en los pies, fue él.

Javier Mascherano, en el Corinthians Arena colgó el traje de defensor central en el vestuario y se puso su gran vestimenta de volante de marca, y no solo eso también se puso en la espalda el nombre de “Jefecito”, una vez más.

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