Futbol y Sociedad

La imagen del equipo Bolivia Campeón Sudamericano invicto de 1963, que ilustra este comentario, permanece como documento periodístico de una conquista…

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La imagen del equipo Bolivia Campeón Sudamericano invicto de 1963, que ilustra este comentario, permanece como documento periodístico de una conquista que marcó la mente de centenas de miles de ciudadanos bolivianos (hombres y mujeres) que, como yo, éramos niños adolescentes.

Ahora, 50 años después estoy cada vez más convencido de cómo una conquista deportiva de la representación de un país puede contribuir a la formación estructural de los individuos y marcar los caminos a ser seguidos en su vida profesional. Soy uno de esos individuos.

Internado en el Instituto Méndez Arcos, en La Paz, recuerdo muy bien cómo, junto a todos mis compañeros de vida, acompañábamos por la radio los lances del Campeonato Sudamericano que se realizaba en nuestro país. Gracias a la gentileza de un caballero aficionado a quien conocí en la fila y le pedí que me hiciera entrar como si fuese su hijo, pude asistir a un único partido: el memorable juego frente a la Argentina. Y el gol de la victoria (3 x 2) marcado por el capitán Wilfredo Camacho, en el arco de la curva norte del Siles, al ocaso del partido, permanece hasta hoy de mi mente futbolera. Imagen que se complementa con la figura del posteriormente famoso “Gato” Andrada, arquero de la albiceleste, caído en su área de meta, como testigo de la eliminación argentina. El mismo Andrada que entraría a la historia del futbol mundial por haber sido el guardavallas del Vasco da Gama que no pudo impedir el milésimo gol de Pelé en pleno Maracaná el 19 de noviembre de 1969.

Pues bien, gracias a las emociones vividas el ´63 decidí ser jugador de futbol y, amante de este deporte, estudié periodismo para dedicarme, también, al acontecer deportivo. Por eso es que Futbol y Sociedad son temas a los que permanentemente le regalan su tiempo de estudio los investigadores, entre los que se coloca este columnista.

No sé si los campeones sudamericanos del ´63, dirigidos por el brasileño Danilo Alvim y encabezados por su capitán Wilfredo Camacho, tienen clara la importancia del legado que su esfuerzo físico y mental dejó para los amantes del futbol de un país carente de conquistas y de ídolos. Pero es una obligación de todos los que fuimos atingidos por esa conquista estarles siempre muy agradecidos.

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