Luego de la inauguración del Mundial, hay dos cosas que quedan claras, a los brasileños presentes en el Estadio no les gusta Dilma, pero la pasión por su equipo no la cambian por nada.
Costó mucho que la gente se interne en el mundo del fútbol, pero llegó el día del partido y no había persona que no tenga algo verde amarelo en las calles de Sao Paulo, el Gobierno decretó feriado y eso hizo del día, algo más tranquilo que el ajetreado día a día paulista.
Llegando al estadio la gente se veía feliz de estar presente en la inauguración del Mundial, pero había algo raro, cada que sobrevolaba un helicóptero la gente rechiflaba, era, o mejor dicho, podía ser el helicóptero de Dilma.
La gente que pudo ingresar al Corinthians Arena, en su mayoría eran brasileños de la clase media-alta, turistas y extranjeros, entonces el ambiente entre la presidenta y los presentes no era el de un idilio específicamente, era más bien lo contrario. Ante cada silencio el estadio se enfurecía y cantaba contra su presidenta.
Ahora eso sí, una vez comenzado el partido, la historia cambió, el ambiente era de un estadio ilusionado con su selección, de gente que pasó del susto por el gol en contra a la euforia por terminar gritando el gol de Oscar… eso sí, entre gol y gol otra vez los insultos a Dilma en Sao Paulo.
Comenzó el Mundial en Brasil y el fútbol se respira en el aire, pero no hay que confundirse, también apesta un poco a política.
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