La sensibilidad del coraje un peso para los ídolos

El fútbol es fiesta, es emoción, es presión y es sensibilidad plena…

SENSIBILIDAD

Cada cuatro años el mundo entero habla de la copa mundial de fútbol, con mayor o menor énfasis, todos ponen aunque sea de reojo la mirada en los resultados, se enteran de las sorpresas y los fracasos y hasta comentan alguna cosa relacionada con el evento deportivo más importante del planeta.

En cancha es otra cosa, el anfitrión se define y un país entero se prepara para recibir, por ahora, a 32 selecciones que llegan de los 5 continentes y con ellas las estrellas del momento del fútbol mundial y todo toma el color, la forma y el aroma de la sede y de los sueños de quienes serán protagonistas durante el mes más intenso del año.

Las empresas de ropa deportiva compiten con diseños y materiales modernos, la pelota tiene nombre, las entradas se agotan meses antes de los juegos y en las mochilas de los jugadores el peso es diferente, varía de acuerdo al número de estrellas que lleva en el pecho su selección, a la tradición de su país en torno al fútbol, a los años que no ganan una copa o a la trayectoria que en su club los coloca como grandes aunque en su país sean únicos, en el sentido estricto de la palabra.

Pues bien, hoy es Brasil donde se encuentran jugándose el todo por el todo Messi, Neymar, Robben, Benzema y el sorprendente James y donde ya compraron billete de vuelta Ronaldo, Pirlo, Gerard y Pique entre tantos otros.

Después de este relato de historias diferentes es momento de dirigir la mirada a las llamadas sorpresas, de las buenas y de las malas, pero no desde el punto de vista deportivo que lo único que hace es enfriar el calor humano que enreda a esa pelota que es más importante que cualquier cosa.

El día 12 de junio de 2014, camino al Arena Corinthians, Danilo Araujo hincha brasileño me hablaba con los nervios del debut y me pintaba el panorama de un equipo que llega para ser campeón con toda esa obligación y sin margen de error, obviamente acompañada de pasión y aliento, pero con una presión que desde ese día está en la mochila del joven Neymar Jr. encargado de ganar la sexta copa para el país más grande del continente.

Después de unos días me ponía a pensar en la Costa Rica de Ruiz y la Colombia de Teo, equipos que llegan al mundial a jugar…pero a jugar sueltos, sin nervios y con otro peso en la espalda, el peso de la esperanza, esa que hace que cada paso dado hasta los cuartos de final sea más grande que el título porque no hay una obligación de ser campeón pero si la de ser feliz y eso lo tienen bien claro ticos y cafetaleros como tienen claro Chile y México que el coraje en la derrota también paga, aunque las maneras pueden doler…y mucho.

Hombres y mujeres de todas las edades viven de manera diferente la travesía de su bandera en un corto camino que en el mejor de los casos durará 7 partidos y nada más, pero la gloria alcanzada o el fracaso sufrido, durará los próximos cuatro años.

Por el otro lado sólo hombres saben lo que se siente tener aquella mochila de la que hablamos con pesos diferentes, el de la historia y el de las obligaciones…mochila que se puede llevar pero que también genera quiebres que muestran al final de un partido lágrimas de todo color, provenientes de la impotencia de una lesión que no te deja terminar un partido como lo demostró el golero Beto de Portugal.

O los recuerdos de una mala temporada que empezó tras un error en la última copa y que ahora está a punto de ser motivo de revancha porque en las manos de Julio Cesar está el pasaje a cuartos para el local y entonces el llanto vuelve a ser primer plano incluso antes de la definición.

La gran figura tiembla, la presión es constante, el temor al fracaso un fantasma y entonces se logra superar un escollo muy duro para seguir adelante…Neymar llora junto a su técnico porque la obligación es ganar más allá de cualquier cosa…y lo sabe y lo siente.

Estas son las lágrimas más relevantes, las que salieron en primer plano, y están también las otras las de Balotelli que vio a su madre en la grada y no aguanto la tristeza, Sirey Die de Costa de Marfil también lloró porque en la cancha él se jugaba tres puntos mientras su padre lo acompañaría ahora desde el cielo y el himno de su país fue demasiado para el zaguero.

La copa tendrá golazos, partidazos, penales fantasma, remontadas históricas y muchas otras cosas propias del deporte más hermoso del mundo, pero también tiene fútbol, en su más pura expresión, ese que emociona, ese que presiona y ese que permite que los sueños sean sensaciones palpables por hombres y mujeres de todas las edades que sólo quieren vivir lo que esperaron durante cuatro años.

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