
Abandonados, sin dirigentes, sin cobrar sueldos hace cinco meses, así llega la U a la recta final del campeonato, con una sentencia de descenso que los persigue y el deseo de escapar a esa instancia a puro amor propio.
La U dio una muestra en la Capital de Estado, le ganó al Tigre, con autoridad, con corazón y con goles de pelota parada, el gran talón de Aquiles del equipo de César Farías, que en todo el torneo sufrió mucho esta faceta, y ahora quedó expuesto en Sucre.
Primero fue Marcos Andia que con un cabezazo -y un gravísimo error de Daniel Vaca- abrió la cuenta, pero luego vino la confirmación de que la hazaña era posible, Óscar Díaz -sí, el mismo al que no lo quisieron en Achumani- aprovechó el río revuelto en el área y sacó un derechazo para que todo Sucre celebre, era el 2-0 que le devolvía la fe a la Capital del Estado.
“Yo no tengo nada contra el Tigre, sólo no tuve oportunidad y ya, esto no es una revancha ni nada, nosotros peleamos por lo nuestro, por nuestra familia y por salir de esta situación”, dijo Díaz tras el juego.
Luego le tocó sostener los dos goles, y ahí aparecieron los valores y coraje defensivo: Rios, Cuéllar, Balcera, jugaron un gran partido, pero sólo fue posible por el extraordinario partido de Iván Brun, que sostuvo la ventaja y le dio seguridad a la U, incluso en los siete minutos adicionales del juego.
Es que el equipo de la Capital tuvo todo lo que le faltó al Tigre: Solidez defensiva y goles, pero sobre todo, corazón, porque fue el condimento que le dio el triunfo a Universitario.
Ahora la U debe sumar nueve puntos más, y esperar tras pies de Aurora, Destroyers o Real Potosí, para seguir soñando y aferrarse a primera división.