Las dos caras de Argentina, incertidumbre y pasión

Uno de los contrastes más grandes en este mundial es la enorme diferencia entre la creatividad de la hinchada.

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Uno de los contrastes más grandes en este mundial es la enorme diferencia entre la creatividad y alegría de la hinchada argentina con el juego que hasta ahora ha demostrado su selección. El equipo favorito con el jugador por el que casi todos apostaron todavía no cumple con las expectativas y está lejos de hacerlo.

Las playas de Rio fueron invadidas por hinchas argentinos en las últimas semanas y fueron testigo del estreno del nuevo “hit” que se escucha en calles, buses, metros, estadios e incluso concentraciones. “Brasil, decime qué se siente, tener en casa a tu papa… Seguro que aunque pasen los años, nunca nos vamos a olvidar”, comienza el cantito que recuerda ese memorable gol de 1990 en el que Caniggia gambetea Taffarel después de una histórica patriada de Diego Armando Maradona. “Estás llorando desde Italia hasta hoy”, cantan los hinchas con locura y recuerdan orgullosos la eliminación de la verdeamarelha a manos del cuadro de Bilardo hace 24 años.

“A Messi lo vas a ver, la copa nos va a traer. ¡Maradona es más grande que Pelé!”, cierra muy optimista el tema que ayer llegó hasta el cuartel general de la Argentina en Cidade do Galo y que fue cantado por el Kun Agüero, Maxi Rodríguez, Fernando Gago y otros.
Sin embargo, esa energía contagiosa de los hinchas argentinos, no se pega a los jugadores que ya llevan dos partidos jugados con dos victorias, pero mucho saldo negativo para preocuparse. Hasta ahora se ha visto aun Lionel Messi desenchufado, con muy poco más que esos dos chispazos traducidos en gol. La defensa carece de concepto y queda expuesta en varias oportunidades, como sucedió contra Irán.

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Los “fantásticos” que acompañan al capitán, Higuaín, Agüero y Di María, no son ni la mitad de lo que demuestran en sus equipos. En el mediocampo apenas aparece Mascherano para salvar la patria cuando Gago no sabe qué hacer con el balón. En fin. A la albiceleste como equipo y como conjunto de individualidades le tocó pasar por su mala hora justo en el arranque del mundial. Sin embargo, lo que vemos ahora viene de más atrás.

Cuando Pep Guardiola le recomendó al DT argentino que tenía que proteger y arropar a Messi para que se suelte en la cancha, Sabella comenzó a emular el proyecto barcelonista que trajo tan buenos resultados. No olvidemos que el catalán sacó del camino a nada menos que Ronaldinho para que nadie le compita el protagonismo al muchacho rosarino en el Barca. De la misma manera, en Argentina, un nombre quedó fuera de toda consideración: Carlos Tevez. El de Fuerte Apache, se sabía desde entonces, nunca aceptaría jugar para que brille otro. No está en sus genes, cuando Carlitos recibe la bola quiere llevarse el mundo por delante. No es complaciente con nadie. Además, siempre fue considerado problemático para dirigentes y el círculo de jugadores que “arropan” a Messi.

Es así que la albiceleste se constituyó en base a los “chicos buenos” que hacen todo para potenciar al 10, contra el que jamás se subordinarán. Jugar para él y como a él le gusta. Messi le impuso a Sabella que Higuaín completara el tridente ofensivo y convirtió a su mejor amigo, Kun Agüero, en un intocable en todas las convocatorias. Sabella se defendió siempre ponderando mantener “al grupo”, pero se equivocó feo cuando dejó fuera del avión a Ever Banega, otro del círculo de amigos de Lionel. Las prensas argentinas reventaron en los días siguientes con el inminente quiebre entre la relación del DT con el capitán. En Barcelona todos saben que Lionel se fastidia mucho cuando no se atienden sus caprichos. Y pareciera que así está jugando este mundial.

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Con la figura en estado apático, Argentina hace aguas en todas las demás líneas. No hay rebeldía y con la técnica y millones de dólares no se reemplaza la mística. Ningún defensor del equipo actual es la mitad de lo que era Ruggeri o la cuarta parte de lo que era Passarella. En el medio no están los Simeone, o Verón, que metían miedo sin necesidad de tocar la bola. Higuaín no es ese animal insaciable que era Batistuta.

Uno se pregunta, si sufren con Irán, ¿cómo será cuando se crucen con un equipo de verdad? A los “chicos buenos” les falta esa maldad y temple que, por ejemplo, sí derrocha Tevez. Todas las fichas de Sabella están en la casilla 10. Si Messi falla, no hay forma de que el equipo funcione. A todos los jugadores les dijeron que debían jugar para él e incluso los ingeniosos cantitos de la hinchada dan testimonio de aquello. En las siguientes semanas veremos si se cumple lo que canta la hinchada en Copacabana, “que de la mano, de Leo Messi…”.

Boris Miranda / Sao Paulo, especial para Late!

 

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