Las protestas se mezclan con el fútbol en Sao Paulo

Neymar y su equipo cenaron ligero, conversaron un rato con el DT Felipe Scolari y se fueron a sus habitaciones..

Neymar y su equipo cenaron ligero anoche, conversaron un rato con el DT Felipe Scolari y se fueron a sus habitaciones para descansar antes de que el reloj en Brasil marque las 22:00. A esas mismas horas, cientos de muchachos de las principales ciudades brasileñas ultimaban detalles para el otro gran evento de hoy: las protestas que acompañarán sin tregua a todo el Mundial.

La ciudad de Sao Paulo está lista para convertirse en el centro de la atención del mundo en las próximas horas. Desde que los visitantes bajan del avión, la Copa del Mundo cambia el panorama de una de las urbes más grandes e insensibles de América del Sur. “Bem-vindos”, señala un cartel puesto por los organizadores en la salida de las áreas de migración del aeropuerto Guarulhos, donde varios jóvenes voluntarios ayudan en la orientación de los visitantes convocados por el mayor evento deportivo del planeta.

 

Banderas

La carretera que conecta la terminal aérea con la capital paulista luce adornada con las banderas de los 32 países que desde hoy disputarán el torneo. Puede que sea por casualidad, desdén, mal augurio o abierta declaración de rivalidad, pero la insignia argentina aparece flameando en el último lugar. En cambio, la verde y amarillo brasileña luce en todas partes. En las ventanas de algunos edificios, en las motos de los repartidores de pizza, en casi todos los bares y restaurantes de la calle Vergueiro o la avenida Paulista y también en la mano de un vendedor ambulante de repuestos de auto.

“La gente está entusiasmada, pero no hay clima de fiesta por dos motivos: no confiamos en el equipo del todo y hay mucho enojo por los gastos de la organización. En Brasil todos creen que hubo mucha corrupción en las obras”, cuenta Marcos, un taxista que lleva 25 años de oficio en las calles de Sao Paulo y que nació en Cuiaba (Mato Grosso do Sul), una ciudad muy cercana a Bolivia.

El conductor, que nació tres meses antes del Maracanazo de 1950, confía “sólo en Neymar” y cree que el resto de los jugadores no se comparan con anteriores generaciones de futbolistas. Ni siquiera el solvente David Luiz lo entusiasma: “le falta técnica para crear jugadas. Él sólo destruye”. Sin embargo, en las radios locales son más exitistas. Hablan de la obligación de recuperar la copa perdida hace 64 años y que Brasil no puede perder un Mundial otra vez como lo hizo ante los uruguayos esa negra tarde en el Maracaná que jamás podrán olvidar. “Es casi una obligación”, se escucha en las televisoras locales que también se esfuerzan por contagiar al hincha y que se olviden de los claroscuros de la copa. Panelistas de SporTV, el canal deportivo de la poderosa red Globo, anoche se burlaban de las manifestaciones. Los medios también juegan (para la FIFA) y hacen lo suyo para que los ciudadanos dejen el descontento y se sumen incondicionales a la fiebre mundialista. “A Copa é nossa” (la Copa es nuestra), se lee en coloridos carteles oficiales por la ciudad. “Copa pra quem?” (¿Copa para quién?), responden las viñetas anónimas en las paredes.

 

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Desde las barriadas hay jóvenes que se ocupan precisamente de poner en evidencia lo que la FIFA y Dilma intentan ocultar hace meses. Con cerca de cuatro millares de periodistas de todos los continentes y millones de personas siguiendo las transmisiones, los rebeldes brasileños no dejarán pasar la oportunidad de mostrarle al mundo las inequidades de su país bajo el lema de que Brasil “nao vai ter Copa” (no tendrá la Copa).

Las actividades preparatorias comenzaron hace muchos meses y ayer tomaron impulso con una manifestación de los trabajadores despedidos de los metros, actividades culturales y “fútbol popular” en la favela do Moinho. La “Copa rebelde” se seguirá jugando en estos días. En la estación de metro de Itaquera, cerca al Arena Corinthians donde se estrenará el Mundial, todavía quedan los rastros de la manifestación de los Sin Techo de la anterior semana. Hoy será uno de los días clave. El “gran acto” en rechazo al Mundial de la FIFA (Nao vai ter Copa) se realizará hoy en ocho ciudades de Brasil y otras cinco de Europa. El movimiento más grande será acá, en la sede donde se jugará el partido de inauguración entre el Scratch y la selección de Croacia. La convocatoria es para las 10.00, hora de Brasil, en Metro Carrao.

 

Favela  do Moinho
Faveola do Moinho

 

“El 12 de junio es la inauguración del evento en beneficio del jefe y no de los pobres ignorados que el gobierno elimina y mata. La Copa no es el pueblo, el beneficio es de los contratistas, empresarios extranjeros y políticos bastardos. La Copa del Mundo en Brasil costará lo que costaron las últimas tres últimas copas juntas, lo que tiene el claro signo de fraude y cobros excesivos. Una silla nos ha costado 12 mil dólares la unidad. ¡Sal a las calles”, dice la convocatoria del movimiento para las protestas que se realizarán hoy bajo los lemas #VemPraRua (sal a la calle) y #NaoVaiTerCopa, entre muchos otros.

Entre manifestaciones, eventos populares y pintadas que desafían al gobierno de Dilma y a la FIFA, arranca el Mundial y a varios provoca emociones encontradas. Sudamérica recibe la Copa después de 36 años y lo hace bajo el signo de la rebeldía y la insubordinación. Creo que, en medio del peligro latente por la represión, es una buena noticia. El evento más grande que convoca a los futboleros de todo el planeta empezará en unas horas y esa también debería ser una alegría. Entre de todos los cuestionamientos a la organización, Neymar, Messi, Iniesta, Cristiano, Balotelli, Forlán y otros setecientos jugadores darán todo por llevarse la Copa y la gloria eterna. El fútbol no tiene la culpa de las injusticias, sus burócratas sí. Ahí está el límite que diferencia a los que aman el juego de los que usufructúan con el show que le montaron. Ojalá ésta sea la fiesta de los primeros. Que ruede el balón. Viva el fútbol. ¡A jugar!

Boris Miranda / Sao Paulo, especial para Late!

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