Después de abrir el marcador, The Strongest no se desesperó por ampliar su ventaja. El equipo de Carlos Ischia bajó el ritmo, y Peñarol continuó jugando como si el partido no hubiera tenido goles. ¿El resultado? Un cierre de primer tiempo muy pobre.
Queda claro que, de haberse animado, el Tigre podría haber aprovechado su momento para irse al descanso con una diferencia mucho más cómoda. Pero, al no hacerlo –en la primera parte del complemento falló en la puntada final– dejó con vida a Peñarol.
Y el equipo Carbonero, sin ánimos de hacer menos a ningún otro plantel, no es cómo los rivales que el conjunto atigrado enfrenta habitualmente en su torneo doméstico: si lo dejas venir, seguramente te va a dar más de un susto, como sucedió en los minutos finales.
Por fortuna para los de Achumani, la embestida charrúa no tuvo consecuencias mayores. Y tres puntos, en Copa Libertadores, son tres puntos, sin importar la diferencia por la que ganes.