La Copa Confederaciones que organiza Brasil constituye un anticipo de la gran cita que dentro de un año viviremos en esta parte del continente. Sin conocer aún quiénes serán los grandes protagonistas del Mundial 2014, uno puede advertir que será un certamen muy complicado para los equipos sudamericanos.
Brasil, que se constituye en primera esperanza, está lejos aún de figurar como el gran protagonista de otros torneos, en los que por el caudal de individualidades como por el fútbol colectivo fue siempre un favorito. Ahora sólo la figura de Neymar se destaca como algo sobrenatural y de no ser por sus genialidades, la Canarinha hubiese afrontado muchas dificultades para acceder a las semifinales. Si a ello agregamos lo de Uruguay, el panorama no es precisamente alentador.
En la otra vereda, lo hecho por España en sus dos compromisos no sólo coloca a la Furia Roja como gran candidata a figurar entre las mejores selecciones, también adelanta lo que pueden ofrecer varios seleccionados europeos en la cita de Brasil.
La diferencia que ha marcado la representación hispana en el tramo inicial de la Copa Confederaciones, con una manifiesta superioridad sobre las dos selecciones de esta parte del continente, es demasiado elocuente como para no tomar en cuenta.
Ese fútbol de toque que desconcierta y la precisión en los pases a incontrolable velocidad para los rivales son algunos de los valiosos argumentos exhibidos. Si a ello se agrega la notable preparación física que por momentos se aproxima a lo ideal, es fácil suponer que el próximo Mundial los coloca como grandes protagonistas.
Habrá que esperar el tramo final del actual torneo, pues es ahí en los partidos decisivos donde la calificación resulta más valedera y donde Brasil demuestra casi siempre por qué es el connotado ganador de tantos mundiales.
