Destellos, simplemente. De quince a veinte minutos duró el fútbol que Alfredo Arias pretende para La Academia. Salidas al ras del piso, líneas compactas y presión alta, algunas de sus características. Después, se terminó el resto físico de sus jugadores y comenzaron a llegar los goles.
Seguramente el desarrollo del juego hubiera sido distinto tras un primer tiempo sin tantos, pero no se le puede atribuir la goleada al error de Laforia. Porque después apareció la peor cara del equipo. Y los colombianos, casi sin despeinarse, encontraron los caminos para –casi– liquidar la serie.
Habrá que darle tiempo al uruguayo para que le encuentre la vuelta al equipo celeste. Pero el tema es que, al igual que en todo el mundo, la paciencia nunca sobra en los equipos grandes: la afición exige resultados, y –por lo general– le importa poco si se los consigue jugando bien o mal.
