“Un País en Sintonía”

Esperé que los muchísimos (y merecidos) homenajes sean leídos en los innúmeros escritos publicados e imágenes vistas en todo el país

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A propósito esperé que los muchísimos (y merecidos) homenajes sean leídos en los innúmeros escritos publicados e imágenes vistas en todo el país, para sumarme a los 50 años de festejo y de vigencia de Radio Deporte  “Un País en Sintonía”.

Y la frase característica del programa no es ningún exagero.

Recuerdo que comencé a gustar y acompañar con muchísima atención el acontecer futbolero después de haber llenado mi primer álbum de figuritas referente a la Copa del Mundo organizada por Chile en 1962, con Brasil campeón pese a la lesión del joven Pelé en el segundo cotejo, frente a Tchecoeslovaquia.

Para felicidad mía, al año siguiente llegó a Bolivia el futbol grande cuando nuestro país fue anfitrión (y lo ganó de forma invicta) en el Sudamericano del 63.

Después de ese acontecimiento, mi (in)consciente deportivo, se fue familiarizando cada vez más con un aparatito que en ese entonces era compañía infaltable de los habitantes de todos los rincones de nuestro país: el receptor de radio.

Confieso que en mis asistencias dominicales al histórico Hernando Siles de Miraflores, sentía una cierta envidia al ver al público que no bajaba el brazo del oído (derecho o izquierdo, indistintamente) para tener la intimidad necesaria en el acompañamiento de los relatos y comentarios de dos jóvenes que, con bajo perfil, literalmente “en silencio”, fueron ocupando espacios en la radiodifusión deportiva boliviana: los hermanos Echavarría, Remberto y Grover.

No es exagero decir que su llegada modificó no solo la forma como también, y principalmente, el “lenguaje radial deportivo” boliviano, colocándose como una excelente alternativa a otros nombres ya consagrados como Cucho Vargas, Julio Borelli, Saul Abdenur, Tito de la Viña y otros.

Sin utilizar un lenguaje rebuscado, los hermanos Echavarría ganaron su espacio con una forma directa de transmitir al oyente la emoción en su justa medida, sin apelaciones emotivas inexistentes, práctica que permanece intacta hasta hoy.

Cincuenta años después, la marca Echavarría de decir el futbol sigue en frente, con la misma personalidad de siempre que dispensa apelaciones como las de colocar sus imágenes personales en los medios impresos o televisivos. Al final, los periodistas simplemente son periodistas y no los protagonistas del espectáculo, los artistas del balón son los jugadores, dentro de la cancha.

Audiencia permanente en transmisiones deportivas radiales se gana siendo objetivos y buscando la verdad, sin quitar o aumentar emociones, sin invocaciones. Y eso Radio Deportes lo viene haciendo muy bien hace 50 años.

Felicidades (a esta altura) a la familia Echavarría.

 

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