Las guerras son así, muere mucha gente inocente mientras duran, y la guerra por el poder de la Federación Boliviana de Fútbol ya hirió de muerte a La Verde. La Selección de Bolivia no aguantó la herida con la que viajó y agoniza tras el partido en Brasil en el que recibió sólo cinco goles.
Bolivia no murió porque el fútbol da revancha y debe jugar el martes en La Paz ante Argentina, pero agoniza porque la herida es muy grande. Chicos que hicieron un gran preolímpico, hoy pagaron cara su inexperiencia; Chicos que no son titulares en sus clubes -más la pausa por la pandemia- mostraron la distancia que hay con las estrellas de Brasil; Chicos que no suman ni un minuto en primera división, debutaron ante la elite del fútbol mundial; Y los chicos grandes, mostraron porque tantos años de letargo cuando les tocó entrar. Es lo que eligió Farías, que tomó partido en esta guerra, y apostó por sus soldados, que no respondieron en cancha como esperaba.
Es que la crisis del fútbol boliviano estuvo en boca de todos, al ver la endeble expresión futbolística, los medios de latinoamérica comenzaron a preguntarse si esa ¿era la selección de Bolivia?. En la red O Globo, por ejemplo, se animaron a decir que era “la peor Bolivia que vieron”. Luego entendieron. Son las miserias dirigenciales que hicieron añicos a la selección boliviana. Que chicos sin armas fueron al campo de batalla. Y hablaron de los responsables, que están libres comiendo asados y tomando sus cervezas; Alistando su Congreso, ese en el que elegirán un nuevo presidente; O que quizás están en Tribunales viendo la manera de impedir que eso pase. El entrenador estará sacando conclusiones de su decisión, pero también tiene responsabilidades en esta historia, porque tomó una decisión en la que sobró soberbia.
Para Brasil, fue una sorpresa tener una práctica en plena inauguración de Eliminatorias, le hizo cinco goles a Bolivia: Marquinhos, Firmino por dos, Rodrygo (con ayuda de Josema) y Coutinho, sellaron el resultado, pero la historia se contó sola. Bolivia mostró su peor cara en Brasil, la de los dirigentes angurrientos, y la de esa guerra que tiene casi muerto a nuestro fútbol. ¿El resultado?, por suerte fue sólo de cinco goles a cero.
