Dirigencia y afición potosinas aceptaron las disculpas que públicamente presentó Mauricio Soria, por declaraciones vertidas después de un partido disputado por su equipo en la Villa Imperial.
La difícil situación que tuvo que afrontar, será sin duda una valiosa lección para el probable técnico de la selección mayor. Al mismo tiempo sirve de precedente para que otros, de parecidas actitudes, actúen con más cautela en el futuro.
Los escenarios de fútbol se han convertido últimamente en refugio de muchos bocones que dan rienda suelta a reacciones hormonales, sin ningún respeto por quienes van a disfrutar un acontecimiento deportivo.
En ese terreno ya no hay excepciones. Entre los mismos espectadores no es extraño, que después de un resultado negativo aparezcan algunos que hacen gala de su malacrianza y pobre formación, vociferando palabrotas de todo calibre sin que nadie intente por lo menos ponerle freno. Esos desaforados gritos se amplifican lamentablemente, a través de los medios radiales que tienen micrófonos en el campo de juego para entrevistar a los protagonistas de un partido.
Es hora que también en ese terreno busquemos un cambio. Que las mismas fuerzas policiales que tienen a su cargo el control, estén facultadas a detener y sancionar de forma adecuada, a esos imbéciles que vestidos de aficionados dan un pésimo ejemplo desde las graderías.
Al cerrar un año futbolístico sería también aconsejable que se analicen castigos para jugadores que gesticulan y hacen demostraciones gráficas señalando que los árbitros son corruptos y que reciben pagos por tomar una u otra determinación.
Eso el cualquier otro terreno, originaria una acción legal contra quien se tome la libertad de mellar la dignidad de otra persona, por el simple hecho de sentirse perjudicado.
En algunos torneos de clubes europeos ya se han acordado medida adecuadas, seria bueno que en Bolivia tratemos de seguir ese buen ejemplo.
