Pasó la undécima jornada eliminatoria. Descendimos al último lugar, luego de ser goleados. Jugamos como novatos en lides internacionales, con errores tácticos y escasa suerte en la elección de los titulares frente a una de las mejores selecciones del momento, que aprovecho todas las licencias concedidas para darse un gran festín.
No se cumplió nada de lo que antes del viaje se adelantaba. No hubo presión sobre el rival. El balón fue permanentemente patrimonio de los cafetaleros y para colmo los nuestros no resistieron el trajín del partido por una deficiente preparación física que borró al seleccionado boliviano en el periodo final.
Luego de una caída de esa característica, ¿ cuales son ahora las medidas a adoptar..? . Buscar nuevamente atenuantes conformándose con unos minutos de ordenado andar y volcar la página para ofrecer mejores producciones en lo que viene, es volver al sendero de planes incumplibles que solo sirven para capear el temporal.
Urgen medidas radicales, porque seguir por el equivocado camino de justificar lo injustificable es ingresar en el terreno del engaño a una afición que ya no sólo pide, sino reclama cambios reales para vislumbrar un futuro sin vergonzosos resultados como el de Barranquilla.
Nuestros dirigentes de élite, más empeñados en buscar figuración internacional para no perder los beneficios personales conseguido, están obligados a unificar esfuerzos y dejar a un lado sus diferencias para tratar de encontrar soluciones; ya que están decididos a no dar el paso al costado, como quiere una afición cansada de seguir sintiendo vergüenzas ajenas.
Dirigentes y técnicos que vean la realidad que vivimos, olvidando el juego matemáticos que solo sirve para engañar a los incautos, es lo que precisa nuestro alicaído futbol. Ojalá podamos encontrarlos.
