Mandela, un vida que termina con el grito de campeón

En Late! queremos recordar el ejemplo de aquel hombre que nos da la ilusión en que el mundo puede ser un lugar mejor…. Gracias Madiba.

mandela_1995

El libro El factor humano de Jhon Carling devela la forma en que Mandela apostó por una victoria en la final del campeonato mundial de rugby de 1995 y cómo está podría darle a la incipiente democracia de su país una cohesión que no tenía y que le sería imprescindible para subsistir.

El factor humano desmenuza los detalles de esa operación política, a través de entrevistas con el propio Mandela, siguiendo con sus mayores detractores y con los jugadores que llevaron a cabo la hazaña deportiva, y los integra dentro de un relato que ayuda a entender las enormes fragilidades que tiene la construcción de la paz en un terreno minado por el resentimiento y la desconfianza.

Sucede que en Sudáfrica a mediados de la década del 90, había 43 millones de habitantes. Solamente el 12% era blanco y esa minoría había gobernado el país hasta 1994. Recién en los 90 cayó el régimen que no le permitía a la mayoría de la población votar, la obligaba a vivir en guetos, le restringía el acceso a zonas reservadas para blancos y convertía en delito el contacto sexual interracial.

Nelson Mandela pertenecía a la tribu Xhosa, la más numerosa de las nueve tribus sudafricanas. Fue testigo de innumerables masacres de negros a manos de la policía, Mandela se convenció de que debía cambiar de estrategia, convirtiéndose en jefe del brazo armado del CNA (Congreso Nacional Africano), organización política que combatía la marginación.

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En 1964, después de varias detenciones, ingresó a la prisión de Robben Island. Allí pasó, en una celda de dos metros cuadrados y durmiendo sobre una esterilla en el piso, 18 años. Pero estuvo 27 años en prisión en total. Se convirtió en el preso político más famoso del mundo y en el impulsor de diversos boicots a Sudáfrica a nivel mundial. Uno de ellos, en el plano deportivo, no le permitía al equipo nacional sudafricano de rugby participar en competencias internacionales. 

A los 71 años, y después de negociaciones con un gobierno presionado interna e internacionalmente, Mandela recuperaba la libertad y se convertía en un eje central para una transición pacífica hacia un sistema democrático. No fue un proceso fácil, le costó el divorcio entre muchas otras cosas convencer a la gente sobre como migrar el sistema de un modo pacífico.

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El rugby era el deporte de los afrikaners, descendientes de holandeses que representaban dos tercios de los sudafricanos blancos y dominaban los negocios, la política y las fuerzas de seguridad. Seducir a esa franja de la población fue otro de los grandes desafíos que se fijó Mandela. Primero levantó el boicot deportivo que aislaba a los Springboks, el equipo nacional, y finalmente consiguió que Sudáfrica fuese sede del Mundial de Rugby de 1995.

El camino hacia la celebración del certamen, con el que Mandela buscaba unir a los sudafricanos, fue políticamente turbulento. En primer lugar, implicó un enorme esfuerzo del propio Mandela para que los negros superaran su resistencia a un equipo deportivo que estaba asociado con el apartheid. En segundo lugar, la violencia seguía presente en el país.

En 1993 Chris Hani, el mayor referente negro después de Mandela, fue asesinado por un extremista blanco que puso al país al borde de la guerra civil. El día del crimen, Mandela dio un discurso por televisión en el que apareció como un padre que había perdido a un hijo y que, simultáneamente, pedía que se desecharan los deseos de venganza. Una vez más apostaba su capital político intentando frenar la furia que sus seguidores deseaban desatar.

Luego sedujo a la extrema derecha afrikáner, apoyada por el 20% de los sudafricanos blancos y pactó con el presidente saliente Frederik De Klerk, para conciliar las reivindicaciones negras con las exigencias blancas. Ahí nació su gobierno, ganador de las elecciones de 1994 y otorgando aún poder a la “minoria” y haciendo vicepresidente a De Klerk, comenzó su mandato. El gran problema era el de la asimilación de las injusticias del pasado.

En lugar de un “juicio de Nüremberg sudafricano”, Mandela conformó la “Comisión de la Verdad y la Reconciliación”, un organismo en el que se citaba a quienes habían cometido violaciones a los derechos humanos (tanto blancos como negros que se habían excedido en su lucha contra el apartheid), se repasaban los delitos cometidos, se solicitaba a sus responsables que pidieran perdón a las víctimas (o familiares), y a estas últimas que los perdonaran

Un mes antes de que Mandela emitiera el decreto que ordenaba la creación de la comisión, se jugaba la final del campeonato mundial de rugby. Sudáfrica había llegado a ese partido junto al seleccionado neozelandés, el gran candidato a llevarse la copa. Los poderosos All Blacks contaban entre sus filas con el jugador más desequilibrante de la historia del rugby. Jonah Lomu, un wing de 1,96 metros y 118 kilos que podía correr los 100 metros en menos de 11 segundos, una marca que muy pocos jugadores podían igualar.

Esta asimetría le daba a la contienda deportiva un carácter épico y el hecho de que se llevara a cabo en el país en el que tenía lugar uno de los más difíciles experimentos políticos de todos los tiempos, puso la atención de toda Sudáfrica y la del planeta entero sobre ese partido.

Mil millones de personas vieron cómo el presidente Mandela pisaba el césped del estadio Ellis Park para entregar el trofeo al más improbable de los ganadores, mientras 62.000 espectadores, en su inmensa mayoría afrikaners, coreaban un solo nombre: “Nelson”. Ese día Mandela conquistó a sus viejos enemigos, se convirtió en el presidente de todos los sudafricanos y en uno de esos grandes y escasos héroes que mantienen vivas las esperanzas de los habitantes del mundo.

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Fuente: La Gaceta Literaria

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A los 95 años falleció el hombre que nos enseñó el respeto, el perdón y tantos dones humanos, pero también engrandeció al deporte, el dijo que:

“El deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas… Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar barreras raciales”.

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En Late! quisimos, queremos recordarlo como el ejemplo de aquel hombre que nos da la ilusión en que el mundo puede ser un lugar mejor, un lugar en el que no importa si pateas una pelota ovalada, o redonda, una en la que todos somos iguales, con la capacidad de perdonar, de amar y de ser gente de bien como lo fue el señor que acabamos de describir en este texto tomado de La Gaceta Literaria y escrito por Daniel Dessein. Gracias Madiba, nadie merece más el descanso eterno que tú…

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“La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad.”

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