En el primer partido oficial de Bolívar bajo el mando de Vinícius Eutrópio, Marcos Riquelme cumplió una función que sólo había visto en un par de ocasiones durante la era de Beñat San José: fue la referencia de área del conjunto celeste –con el español, generalmente jugaba recostado por la izquierda– y se ganó su primera gran ovación.
Mucho tuvo que ver, seguramente, el hecho de que la primera pelota que tocó en la goleada sobre Wilstermann (5-1), antes del minuto de juego, haya encontrado la red. Después de esa jugada, ya con la confianza que implica marcar, mostró más de las cosas que había insinuado en los partidos de pretemporada ante San José.
Como nunca, el jugador que llegó de Chile hace poco más de seis meses –a pedido del ahora entrenador de la Universidad Católica– participó en casi todas las jugadas de ataque que generó La Academia. Y, por si fuera poco, se entendió de maravilla con los recién llegados (categoría que incluye a los que retornaron de sus préstamos).
Fue, en definitiva, una de las grandes figuras del auspicioso debut celeste en la División Profesional. Y si sigue jugando a este nivel, Ferreira y Fierro se verán obligados a dar el 110% en cada entrenamiento para pelearle el puesto en el equipo titular. Para Vinícius, sin lugar a dudas, un motivo de satisfacción.
