
Pasaron siete partidos para que Bolívar pueda festejar en el Samuel Vaca. Hubieron amargos tragos, una goleada de cinco goles y un 3 a 2 que aún duele en la familia Celeste en diciembre de 2016. Por eso la carga que llevaba Bolívar terminó recién en el tercer gol del partido.
Cuando Gery Vargas sancionó el penal para Sport Boys, volvieron todos los fantasmas. Imanol Iriberri puso en ventaja al Toro y el peso del partido pesaba no sólo en lo futbolístico, sino, también en lo mental. Al volver de del descanso el partido tuvo un cambio, Raldes dejó la cancha e ingresó Justiniano. La gran clave en esta historia.
Entró el 23 y anotó el primer gol de cabeza tras una buena triangulación aérea. Luego asistió a Arce, y se pusieron en ventaja. Luego vinieron las expulsiones y algunos miedos con la salida de Edemir. Pero apareció Sirino, en una contra de manual, puso el sello, el 3-1 que le puso punto final a una historia de bestias negras y nubes. Salió el sol en Warnes y el cielo se pintó de Celeste para la Academia.