Culmina un nuevo año, dejando nuevamente saldo negativo para el deporte boliviano. Pocos fueron los proyectos y menos aun los de resultado positivo. Solo disciplinas individuales dejaron recuerdos perdurables, que sin embargo no alcanzaron a compensar la serie de fracasos internacionales de nuestros equipos y selecciones.
En lo futbolístico solo una emocionante final del certamen superior hizo olvidar el déficit que en lo técnico tuvimos a lo largo del año.
Pocas contrataciones internacionales justificaron la inversión, que sin embargo sacudió en muchos casos la economía de los clubes. Un gasto que tampoco dejó saldo favorable fue el de los DT. , talvez porque algunos llegaron a Bolivia a realizar experimentos que seguramente en otros países no les sería permitido. Tal el caso del club Bolívar.
Tampoco en el orden directivo – y eso es lo lamentable—pudieron establecer acuerdos que permitan vislumbrar un mejor futuro.
Los grandes problemas económicos que en algunos casos se hacen insostenibles, complican incluso en forma anticipada lo que viene a futuro.
Frente a esa perspectiva lo más probable es que también en el 2014 los resultados estén lejos de lo que anhelan los aficionados.
Citas internacionales como la Copa Libertadores de América que se avecina, vuelven a colocar a nuestros equipos en simples actores y difícilmente podrán conseguir el protagonismo que tanto se reclama.
Una realidad como esta hace muy difícil cruzar fronteras y poder engrosar las filas de los que esperan con optimismo que los grandes de nuestro fútbol – por ejemplo—puedan cambiar la historia de lo que nos ha tocado vivir en este siglo.
Resulta penoso cerrar el año con este comentario. La realidad de lo vivido no me permite alentar esperanzas, y así será mientras no se vuelque la mirada hacia las canteras o semilleros que nuestro deporte ha olvidado hace tiempo.
