No hay manera de evitarlo, la tensión en la ejecución de los penales es muy grande – para todos los que lo vemos por tv incluso – imaginemos un poco lo que es estar en la piel de los protagonistas.
El ambiente tiene una tensión que se corta con cuchillo, brasileños y chilenos tuvieron el climax máximo de tensió en el último minuto del juego, Mauricio Pinilla estrelló una pelota en el travesaño, el Mineirao se paralizó, segundos después terminó el tiempo de la prórroga y la gente recupero el alma y la esperanza.
Los gritos de “Alexis, Alexis…” o de “É Julio Cesar, É Neymar”… retumbabam, era el tiempo de ir a la definición de los 12 pasos, Brasil sacó ventaja goles y tapadas, luego respondió Bravo, erró Alexis, pero terminpo igualando Díaz, era el turno de Neymar, con toda la presión que significa, anotó su gol y se desarmó en llanto, de rodillas esperaba el penal de Jara ante Julio Cesar, el palo terminó por dar la confirmación al veredicto final.
Brasil se mete en cuartos de final, y el epílogo se llena de emoción, distención y bronca, llanto en los rojos por la decepción de haber estado tan cerca y quedar fuera, llanto en las dos grandes figuras de Brasil, la emoción de haber pasado el primer examen de presión máxima en su Copa los obliga a doblegarse ante el mundo.
El llanto tras una definición de penales es inevitable, quien los vivió los entiende, quien los sufrió los lloró, así son los penales.
