Se terminaba el partido en los 90, Argentina estaba fundida, Holanda ya había copado todo el medio campo y Robben comenzó a aparecer.
De repente en el minuto 90 y monedas, la pelota le queda servida, el letal Robben ingresó al área argentina, afiló la zurda y definió, desde atrás llegó desesperadamente, Javier Mascherano, genio y fugura de un equipo que tiene a Messi como el ícono, pero al 14 como el corazón, los pulmones y todo el sistema nervioso de su funcionamiento.
Masche cerró el tiro del holandés con su botín, Romero en el suelo, lo miró, el “jefecito” en el piso luego del esfuerzo, el corazón de los argentinos de nuevo comenzó a latir. Argentina se salvó, la salvó Mascherano.