Martín Palavicini, de regreso a la vida y al fútbol

El delantero de Petrolero sufrió una fuerte descarga eléctrica a través de un cable de alto voltaje que lo lanzó a varios metros.

Petrolero-Yacuiba-Foto-Martin-Palavicini_LRZIMA20130506_0007_12

Lo único que recuerda Martín Palavicini del aquel lunes 19 de noviembre del año pasado es que llovía torrencialmente en Yacuiba y a su vivienda le entraba agua. Cuenta que agarró un nailon para tratar de tapar el hueco y que abrió la ventana para subir a la terraza, donde nunca antes había estado. Después de unos días despertó en una clínica de Tartagal (Argentina), luego de haber salido de terapia intensiva.

El delantero de Petrolero sufrió una fuerte descarga eléctrica a través de un cable de alto voltaje que lo lanzó a varios metros; la descarga entró a la altura de su oreja derecha y salió por los dos dedos mayores del pie derecho.

Lo que sucedió después hasta que recuperó la conciencia se lo cuenta su esposa, María Isabel Pérez, principal testigo y compañera en los momentos críticos que le tocó vivir. “Ella sufrió mucho. Cuando uno está inconsciente, el enfermo no siente nada; mi compañera se convirtió en mi mano derecha porque hubo días en los que mi pierna debía estar levantada y ella me la sostenía”.

Se salvó de milagro. La única explicación que encuentra es que Dios estuvo con él y que lo acompañó durante ese tiempo que duró el infortunio. Hoy ese episodio es un triste recuerdo y lo que es mejor para él es que después de poco más de cinco meses recibió el alta definitiva y regresó al país para incorporarse a su club, a fin de volver a hacer lo que más le gusta: jugar al fútbol.

“Estuve en Rosario cinco meses y gracias a Dios me pude recuperar. Antes de ingresar a una cirugía me dijeron que si había un hueso afectado la cosa sería más compleja, pero no fue así y ahora estoy de nuevo entrenando con el club”, dice Palavicini, quien el jueves de la pasada semana se incorporó a las prácticas.

En Yacuiba no hay una unidad para cuidados intensivos. Por eso fue que lo llevaron a Tartagal, donde lo estabilizaron y superó la parte más complicada. Además tuvo secuelas y necesitaba atención especializada.

En las primeras semanas de diciembre se fue a Salta, allí estuvo internado por diez días. “Quería ir a Rosario, donde está mi familia”. Le autorizaron a viajar con la condición de que ni bien llegue se internara.

En su ciudad natal lo esperaron sus familiares, quienes lo llevaron a un hospital. Cuenta que por el agua de la lluvia y la descarga que recibió aun había un olor en su cabeza. Rápido salió la orden para su operación.

Todo diciembre la pasó en la clínica, sólo obtuvo un permiso especial para ir a su casa en Navidad y Año Nuevo. Luego se puso de nuevo bajo una supervisión especializada.

“Fueron casi dos meses en hospitales. Recibí el alta, pero debía regresar día por medio por la recuperación de los dedos. Como todo marchaba por buen camino fui un paciente ambulatorio, con visitas cada diez días”.

Las heridas cerraron sin que fuera necesario optar por una parte de tejidos y piel de otra parte de su cuerpo. “Por eso digo siempre que me acompañó Dios, que estuvo a mi lado, por tanto no fueron necesarias otras operaciones en el pie derecho”.

Palavicini pasó semanas con mucha pena y dolor porque tenía los dedos reventados. La medicina funcionó, “me pusieron cremas y líquidos que sólo los doctores saben lo que era”.

En sus charlas con los galenos le comentaban que el suyo era un accidente con mucha suerte, porque las probabilidades de sobrevivir a una descarga eléctrica fuerte son mínimas, casi nulas.

“Cuando recibí la visita del presidente del club, Federico Ibarra, recién supe que fue una descarga de 11.000 voltios. Me decían cómo el impacto no me reventó la cabeza y que podía haber quedado fulminado. Gracias a Dios, hoy puedo decir que ese es sólo un triste recuerdo”.

Fuente: La Razón

Total
0
Shares
Related Posts