Bolívar abarrotó el Hernando Siles de punta a punta, no cabía un alfiler más en el gigante de Miraflores que ha vuelto a quedar chico para un evento futbolero.
La tensión era evidente, Lanús con 10 en cancha iba a buscar ese gol que necesitaba, Acosta y Silva en cancha fueron -por suerte para Bolívar- a buscar más choque que fútbol, Bolívar intentaba salir de contragolpe ante la necesidad granate, lo lograba pero Marchesín -impecable- paraba todo, hasta un mano a Ferreira le sacó, un arquerazo.
La ilusión de Bolívar estaba contenida, los nervios estaban en la punta de los pelos de los 40 mil celestes en las gradas y de los 22 en cancha, ya Lanús y Bolívar no podían hacer tres pases seguidos, la ansiedad y la desesperación les pasaba facturas a las piernas y la serenidad en el campo.
Bolívar tuvo una clara, otra vez, Yecerotte definió sobre la buena salida de Marchesín, iba ha ser un golazo, pero el balón caprichoso pegó en el palo… pero llego “El Cone”, Arce dio un saltito, definió de zurda, suave, no había nada que se oponga, era él, la pelota, el arco y la ilusión bolivarista. Juan Carlos asumió el reto, la empujó e hizo explotar el Siles, puso de pie a millones de hinchas del fútbol boliviano. Metió definitivamente a Bolívar en semifinales.
Arce salió corrriendo con un grito de gol desde el alma, se colgó al alambrado se entremezclaron jugadores, cuerpo técnico, hinchada, todos eran uno sólo, la ilusión los abrazaba una vez más, la tarea estaba hecha, ahora son cuatro en la Copa, los cuatro mejores y uno de ellos juega a 3650 metros, con once guerreros y 40 mil almas.
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