¿Qué significa esto, que el mérito es de José Pekerman, invicto en Copas del Mundo y campeón 3 veces del mundo en categorías juveniles? ¿O será más bien una brillante generación que no solamente ha devuelto a Colombia a los mundiales, sino que ahora mismo la ha encumbrado en el No. 1 de la clasificación mundial FIFA? La combinación de ambas encanta en la cancha y deslumbra con sus números, incluyendo la consagración de James Rodríguez como máximo goleador del Mundial Brasil 2014. Uno se quiere imaginar qué cosas más lograrían de estar entre los 23 de ese grupo humano el Tigre Falcao.
Uruguay resintió mucho, pero mucho, la ausencia de Luis Suárez. Nunca como ahora se notó que era el alma del equipo y Uruguay si bien fue como siempre, con los dientes apretados –no hacer chistes fáciles de esta frase por favor– se encontró con una selección cafetalera que le quitó la pelota de arranque y nunca más le cedió la iniciativa. Ese dominio en algún momento se convirtió en una posesión de pelota de 70% que desesperaba a los charrúas y los llevaba a la falta innecesaria, y a una que otra reacción desleal de Forlán y de gente de la banca. Colombia administraba la pelota con sapiencia y la hacía circular con fluidez. Si el primer gol de James fue producto de la más pura sed de gol, el segundo surgió de una fantástica jugada colectiva que llevó al pelota de un lado a otro de la cancha, con Cuadrado habilitando de cabeza al nuevo goleador del Mundial.
Colombia alcanza por primera vez los cuartos de final y si Brasil pasó sustos ante Chile, es un buen momento para entrar en pánico. O para volver a ser Brasil y sacar el mejor fútbol que se pueda para derrotar a esta Colombia que se ha ganado la admiración del mundo.
