El precio de la pasión

Se suele decir en el deporte que la pasión no tiene límites, que la pasión roza entre el amor y el odio, que en un instante se está en el cielo …

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Se suele decir en el deporte que la pasión no tiene límites, que la pasión roza entre el amor y el odio, que en un instante se está en el cielo para que segundos más tarde se esté en el infierno.

Hubo un suceso en el Clásico Paceño 190 que me lleva  a esta reflexión. cuando Jair Reinoso empata el juego, su grito de gol no fue uno más, festejó el tanto ante el equipo al que hace un tiempo le juró amor incondicional, en contra partida, igualaba un Clásico que estaba complicado y se metía en el bolsillo a su nueva hinchada; En medio de la cúspide emocional y el éxtasis, llegó el gol de Ferreira y ese festejo de Reinoso se transformó en una caída libre del ánimo. Su forma de gritar el gol no pasó al olvido para las hinchadas fue el eco post clásico, blanco de burlas y comentarios.

Eso que pasó ingenuamente en la Liga, no es algo poco usual en el mundo y las empresas patrocinadores de nombres, hombres y clubes lo han sabido aprovechar, por ejemplo: Quienes nos deleitamos con la gran final entre teutones en la última final de la Champions League pudimos deleitarnos con el fenómeno del Borussia Dortmund y su aparente revelación en torneos internacionales, también nos sorprendimos con un jugador menudo que parecía un titán en la cancha Mario Götze.

Resulta que antes de la final se rumoreaba que la joven figura del Dortmund pasaría a engrosar las filas del archirrival, el Bayern Munich y que sospechosamente no podía jugar la final debido a una lesión. A pesar de haber visto a Mario festejar el empate transitorio del hasta entonces su equipo, los hinchas del equipo amarillo nunca perdonaron a la estrella y quemaron (literalmente) todo recuerdo y material que los relacione.

El problema no fue tanto para Mario Götze ni para el Bayern Munich, sino para el patrocinador técnico del Borussia, la marca Adidas que antes de la venta tenía en stock miles de camisetas del astro teutón. La solución no fue menos que original, hacerse eco del sentimiento del hincha y sacar las camisetas pero desvalorizando la imagen del antes idolatrado Götze, una polera en la que el mismo hincha puede tachar su nombre y poner el de la nueva estrella, Henrikh Mkhitaryan. El resultado: los hinchas compraron una camiseta original de su club por un precio mucho menor y se dieron el lujo de eliminar el nombre odiado.

Para muchos de nosotros la pasión no tiene precio (como anuncia tarjeta de crédito) pero la realidad es que si tiene precio y eso alimenta a los clubes tanto como a sus patrocinadores.

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