La dirigencia de los clubes de nuestro profesionalismo se debate en permanente incertidumbre en el terreno económico.
Sedes sociales intervenidas, frecuentes conminatorias de la FIFA por deudas atrasadas, paralización en entrenamientos porque no hay recursos para cubrir obligaciones contraídas y cuantos otros problemas que no se publicitan por cuidar imagen son pan de cada día.
Frente a una situación reiterada como ésta, ¿no es hora de buscar el remedio o por lo menos planificar algo para un futuro menos complicado?
Seguir con la política equivocada de pensar sólo en el presente y dejar que los que vienen se las arreglen con las deudas y obligaciones pendientes es actuar irresponsablemente y alguien tiene que poner término a una caótica situación como la que vive la mayor parte de los equipos profesionales.
Los acuerdos de caballeros del pasado no sirvieron en absoluto. Pocos -si existen algunos- han aprobado informes económicos al dejar sus funciones después de uno o más periodos de mando. Y lamentablemente nadie se preocupa por exigir los mismos antes de asumir nuevas directivas.
¿Quién, si no es el organismo rector del fútbol profesional, puede aprobar disposiciones que pongan punto final a las varias décadas de la nada responsable actitud directiva?
Seguir esperando que el Estado, con una política de colaboración, solucione estos problemas no es lo más adecuado. Sería sólo un remedio casero para un mal que precisa alta cirugía.
Ya en el pasado los grandes del fútbol recibieron parecido apoyo y sólo sirvió para paliar el difícil trance del momento. El fútbol boliviano precisa planes serios, más que ayudas caritativas. ¿No les parece?
