Dominio improductivo: el eterno problema

Cuando su clasificación parecía encaminada al cabo de los primeros dos partidos de la fase de grupos –ganó en San Pablo y en casa ante Trujillanos– The Strongest volvió a decepcionar. No sólo no volvió a ganar después de eso, sino que mostró un pobre rendimiento. Desde el empate con River, se notaba un equipo sin rumbo, y tras la insólita caída en Valera –ante un rival de ribetes menores, que nunca había ganado en la Copa– los trapos sucios salieron a la luz.
Foto: Alejandro Alvarez / Marka Registrada
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Cuando su clasificación parecía encaminada al cabo de los primeros dos partidos de la fase de grupos –ganó en San Pablo y en casa ante Trujillanos– The Strongest volvió a decepcionar. No sólo no volvió a ganar después de eso, sino que mostró un pobre rendimiento. Desde el empate con River, se notaba un equipo sin rumbo, y tras la insólita caída en Valera –ante un rival de ribetes menores, que nunca había ganado en la Copa– los trapos sucios salieron a la luz.

Jugadores, dirigentes, y parcialidad aurinegra le atribuyeron el mal momento a lo que consideraron un mal manejo de vestuario por parte de Mauricio Soria, y lo echaron. Sí, después de dos meses, lo echaron. Pero eso no es lo peor. Más allá de los escasos fundamentos, lo hicieron en el peor momento posible: la antesala del partido definitorio de la Copa, probablemente el más importante del semestre.

Llegó César Farías, entrenador venezolano de notables condiciones, pero que poco pudo hacer en poco más de veinticuatro horas. Eso se vio en la cancha. Bauza pensó el partido. Salió de su esquema habitual y dejó en el banco a Paulo Hernrique Ganso, una de sus principales figuras, para abrochar la clasificación ante un rival con pocos argumentos ofensivos.

A pesar de su dominio de balón, The Strongest nunca inquietó a una ordenada defensa brasileña. Se encontró ganando el partido sin haber hecho muchos méritos, y se lo empataron sin dificultad, producto de su ligereza en la marca en las jugadas a pelota parada. Después, no pasó mucho más. Una increíble ocasión desperdiciada por Matías Alonso al inicio del segundo tiempo, y algunas contras desperdiciadas por la visita, que incluso podría haberse llevado la victoria. Y, sí. Pateando dos veces al arco va a ser siempre difícil, Tigre.

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