Alemania metió un gol a lo 12 con un cabezazo de Hummels… y de ahí hay poco que decir. Uno espera más de dos ex campeones del mundo y se queda con un intercambio tibio de toques, en el caso de los franceses varios imprecisos, en el caso de los alemanes más acertados pero sin profundidad.
Los alemanes fueron pura sangre fría, después del gol se dedicaron a administrar la pelota con serenidad y sapiencia, sin desesperarse nunca. Unos cuantos ataques sin mucho convencimiento de Schürle, que si se ponía las pilas hacía dos, inquietaron a Lloris. Neuer atrás tranquilo y salvo un par de intervenciones, sin mucho más mérito que la seguridad que les transmite a sus defensas. Özil que nunca llegó a su tope en este mundial y Boateng con un par de errores que los galos no aprovecharon. Francia, en cambio, nunca mostró sangre: el ímpetu de su reacción en el 1T se diluyó pronto, y cuando su defensa hizo aguas en el 2T se replegaron y nunca vencieron su timidez ofensiva. Valbuena se multiplicaba y trataba de generar fútbol, pero la llegada era imprecisa y cuando intentaban rematar siempre surgía una pierna alemana para el despeje. Los bleus nunca dejaron de intentar, pero cuando intentaron lo hicieron sin mucho convencimiento.
Edmundo Paz Soldán tuiteó poco antes del partido: “Ganar con la camiseta. Se aplica el dicho” y es una buena definición. Alemania no se despeinó y lo ganó; Francia tal vez quiso ganarlo pero no se quiso despeinar. Pasa Alemania con todo el peso de su historia y espera a James o a Neymar.
