Antes del pitazo inicial, palos y gases

“Nao vai ter Copa” gritaban las columnas con banderas de varios colores mientras avanzaban los policías golpeando sus escudos.

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Nao vai ter Copa” gritaban las columnas con banderas de varios colores mientras avanzaban los policías golpeando sus escudos para provocar temor. Los uniformados que venían montados en caballos aguardaban atrás la señal para irrumpir mientras retumbaban con fuerza las bombas de estruendo. Dos helicópteros volaban casi a la altura de edificios de no más de 20 pisos y alertaban a las fuerzas terrestres de todos los movimientos de los manifestantes. Y comenzaron los gases…

Un par de horas antes de la gran inauguración, algunas de las vías que llevan del centro de Sao Paulo al Arena Corinthians (zona este) fueron tomadas por los activistas de los movimientos críticos a la realización del Mundial en Brasil. En el momento de mayor apogeo de la protesta, eran más de 4.000 personas reunidas. Después, la represión de la Policía Militar fue implacable y no permitió que los movilizados lleven su mensaje hasta el escenario del partido.

Uno de los uniformados no tuvo reparos en apuntar con su pistola a un joven que participaba del “gran acto” organizado por sindicatos y el movimiento #NaoVaiTerCopa. El muchacho había vaciado tachos de basura en una esquina para cerrarla cuando las fuerzas policiales lo comenzaron a seguir. Con el arma de fuego frente a su rostro, no tuvo más opción que entregar la mochila y levantar las manos para la requisa correspondiente.

La escena iba acompañada por los gritos de los vecinos que, desde los edificios, pedían castigo para los manifestantes. Ellos dejaron en evidencia su adhesión a la fiebre mundialista al colgar banderas brasileñas en sus balcones y ventanas, y con las señales de rechazo lanzadas a movilizados. La protesta se desarrolló en calles donde habitan vecinos de clase media alta que no simpatizan con el movimiento crítico. Insultado, golpeado y humillado, después de 10 minutos de dar explicaciones, el muchacho quedó en libertad.

 

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Cuando una de las columnas resultó desarticulada por los gases y bombas de estruendo, el paso de los policías fue aplaudido con rabia por los moradores de los inmuebles aledaños. Comenzaron a sonar las cornetas y se agitaron banderas desde hogares brasileños que no quieren saben nada de movilizaciones que empañen el evento del gobierno de Dilma y la FIFA.

La protesta finalmente fue derrotada. La acción de la Policía Militar junto a los helicópteros permitió que el “gran acto” del día de la inauguración termine cercado y sin posibilidad de avanzar. Los mismos organizadores, desde el Sindicato de Trabajadores del Metro, comenzaron a pedir a los manifestantes que se retiren “con tranquilidad” mientras los activistas que quedaban pedían continuar con la movilización a pesar de la represión. No había forma. A la hora convenida, comenzó a circular el balón. La fiesta del fútbol comenzó, pero nadie en Brasil duda que las protestas seguirán.

 

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Boris Miranda / Sao Paulo, especial para Late!

–>  Álbum con las fotos de las protestas el día de la inauguración  <–

 [youtube]http://youtu.be/cD5uu_oXeNg[/youtube]

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