Cuando las tarjetas juegan

Prueba y… ¿error?
Foto: BBC
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Por primera vez en la historia de los Mundiales, el Fair Play rompió la paridad entre dos equipos que, deportivamente, habían hecho los mismos méritos: en la fase de grupos, Japón sumó dos tarjetas amarillas menos que Senegal y, a pesar de jugar los últimos quince minutos de su tercer partido “por cumplir” y en su propio campo, fue premiado con un lugar en octavos.

Inevitablemente, surgen varias contradicciones a raíz de este primer antecedente, porque el Fair Play debería ser sinónimo de deportividad, de priorizar el espectáculo y, por sobre todo, de respetar a los espectadores que viajaron miles de kilómetros –en muchos casos, además, gastando muchísimo dinero– para atestiguar aunque sea un partido del torneo de fútbol más importante de todos.

Pero claro, ¿qué obligación tiene Japón de poner en riesgo su clasificación por buscar un gol (o un resultado) que no necesita? El fútbol también tiene mucho de eso: hay que ser muy inteligente para lograr los objetivos (y Polonia,ya eliminado, tampoco tenía motivos para ir por más goles).

Los nipones serán los más apuntados –encima, eliminaron a un equipo que le caía simpático a mucha gente–, pero no fueron los únicos: Francia – Dinamarca y Bélgica – Inglaterra, por ejemplo, también parecieron (y durante más tiempo) partidos amistosos más que encuentros mundialistas.

¿Será momento de que la FIFA empiece a pensar en nuevos criterios de desempate? ¿En un nuevo orden para definir las llaves desde octavos (al margen del tema Fair Play, los emparejamientos para acceder a la final, en primera instancia, parecen haber quedado muy desequilibrados)? Lo sabremos en cuatro años.

-EL ‘FAIR PLAY’ DE JAPÓN-

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